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Mostrando entradas de junio, 2012

Suerte

  Tarde de sábado, llovía, yo tomaba café con leche en un barcito.   Sentado en una mesita arrinconada contra una esquina, alternaba el partido de fútbol entre el Zaragoza y el Madrid con la vista que se me ofrecía a través de la ventana: las chicas iban y venían, corriendo bajo el agua, mojando sus cabellos y provocando pensamientos no muy santos en los que yo las secaba con una minúscula toalla. Pasaba una chica y mi vista y mi imaginación se iba tras ella, hasta que se perdía doblando la esquina.   Volvía al partido un rato, miraba el peloteo ir y venir, y cuando se presentaba otro momento de pesadez en el que la pelota no salía del mediocampo, otra vez buscaba con mi mirada una chica mojada, una adolescente rebelde que hubiera salido sin paraguas y sin abrigo y a quien la lluvia atacara de camino a mi casa donde yo, nervioso, dando vueltas, acomodando los almohadones de mi cama y tirando una y otra vez perfume sobre las sábanas, no dejaba de mirar la ventana y calcular el tie

Frazadita

    Mi hermanita y yo llegamos tarde: no quedaba nadie, excepto el cumpleañero. La piloteamos los tres, conversando y cambiando rumores, hasta que alguien golpeó la puerta. Nuestro amigo abrió y allí estaba, Celina. Llegó con un pequeño regalo, explicó algo sobre un embotellamiento en la Autopista Buenos Aires-La Plata y luego pasó por el incómodo momento en que me saludó. Tres meses desde la separación, tres meses de extrañarla y ella tan campante.   Al rato el cumpleañero y mi hermana empezaron a arrimar: yo soy celoso, pero cerré la boca porque cuando ambos encararon hacia una de las habitaciones yo quedé a solas con Celi: momento más que oportuno para comportarme como un salame y tartamudear, instantes para hacer todo lo que había prometido no volver a hacer con tal de que ella volviera a descargar sus pestañas en mí. -Veamos televisión, querido Deivid. -dijo pragmáticamente. Un silencio de murmullo de publicidades es mejor que un silencio incómodo.   En el living de la ca