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Mostrando entradas de 2010

Navidad de 1987

Navidad de 1987   Era la Navidad de 1987; yo tenía 9 años, o un poco más. Ese año, dado que mi viejo tenía que laburar toda la noche, no fuimos a la casa de la abuela y nos quedamos a pasar la Nochebuena en el Parque. Para mí era un alivio porque al ser el más chico de la familia tener que visitar a la abuela era condenarme al aburrimiento. Mis primos tenían todos como veintipico de años, y el festejo se componía de una cena sobria, después abrir regalos, mirar por la ventana los fuegos artificiales y sacar un juego de mesa y sentarse toda la familia a tirar los dados. Yo quería tirar baterías y triangulitos, pero mi mamá no me dejaba y no había ningún chico que actuara de cómplice.   En cambio, cuando nos quedábamos en casa, pasadas las doce de la noche yo corría con mis regalos a la casa de mis amigos, del Rulo o Guillermo, o venían ellos a buscarme y nos poníamos a jugar y luego, a escondidas para que los grandes no nos retasen, juntábamos toda la pirotecnia que Don Vicente

2º Concurso El Cuento del Día

El Cuento del Día -proyecto mediante el cual se lleva un algo de cultura a las redes sociales publicando día a día, excepto los feriados, un poco de literatura- lanza su segundo concurso de cuentos: es una oportunidad excelente para probar la fama -hay más de 4000 personas que siguen el proyecto. Aquí, las bases para que, sin demora, participen: Bases y Condiciones. 1. EL CUENTO DEL DÍA convoca al 2º Concurso literario “El Cuento del Día”, edición 2010.  2. PUEDEN OPTAR A ESTE PREMIO autores de cualquier edad y de todo el mundo. 3. SE PREMIARA un cuento que puede ser largo, corto, de cualquier género, de cualquier estilo; la condición indispensable es que sean cuentos: no participarán poemas, aforismos ni ensayos ni nada que no sea un cuento. Un microcuento sí, porque es un cuento, pero más cortito. 4. EL PREMIO consistirá en la publicación del cuento en El Cuento del Día y un pequeño premio sorpresa. No te vamos a publicar un libro ni te vas a ganar un millón de pesos ni

Recuerdo mojado

 Yo entiendo que una de las cosas más sagradas que hay en este mundo es la hermana de un amigo: pero si hubieran visto a Daniela como yo la vi, entenderían por qué se me iban los ojos detrás de ella cada vez que Víctor se daba vuelta para cambiar la yerba o cuando, con la excusa de ir al baño, dejaba de mirar los bodrios de partidos que mi amigo ponía los sábados por la tarde y entonces me metía por el pasillo y, sigilosamente, miraba por la cerradura como la chica dormía la siesta. Lo mejor era espiar en verano, porque en verano... El primer verano que la espié fue en el del ´93. Yo tenía diecisiete años y ella era una niña de trece, pero ya tenía las piernas que la distinguen. La espié y fue empezar a tejer fantasías y así pasé, como un estúpido, cinco años pensando en la forma de hablarle. A ella y a Víctor, porque no tenía ninguna duda de que el sería, ante una eventual relación, el primero en oponerse.   Víctor y Daniela eran el día y la noche. La fragilidad de Daniela, sus bu

Talita musitada

  Ahora estoy en el bar de Carlos y hay un cartel grande, con la foto de un gatito pegada, que dice "Si fuma me mata, no me mate"; así que apago el cigarrillo que acabo de encender y pido dos cafés. Tamara fue al baño y yo te sigo esperando. Ya son más de las dos de la mañana, miro al frente, al edificio; todas las luces apagadas. La gente duerme y los únicos desvelados en el barrio, son los pocos borrachos habituales que se juntan acá y yo, que te sigo esperando.   Tamara se acerca a mi mesa; su vestido tiene tan poco ruedo que todos se dan vuelta para mirarle las piernas; yo disimulo. - ¿Cómo estoy? - Estás hermosa. - ¿No se ven mis ojeras? - Para nada. Bueno, un poquito. ¿No estás muy desabrigada?   El escote de Tamara es amplio y sus tetas son tan grandes que no caben en él, y el saquito blanco y el pañuelo que lleva al cuello tapan tan poco como abrigan. - ¿Me estás mirando las tetas? -Se ríe. Luego me explica que perdió el abrigo antes de estar conmigo.

Casa habitada

  La casa era una antigüedad ubicada en pleno centro y si la vendían tan barata, nos dijeron los dueños, es  porque le tenían mucho aprecio a la construcción dado que fue el hogar que piedra sobre piedra construyeron sus bisabuelos y no querían venderlo a una empresa especuladora que no dudaría en demoler el caserón y construir catorce departamentos.   Nosotros aceptamos, porque justo buscábamos algo en zona céntrica y el número que pedían era una oportunidad y nos íbamos a ahorrar quince mil pesos del dinero que pensábamos gastar en un comienzo. Además, Silvina se enamoró de los pisos de parquet que se hundían como elásticos; de las perillas giratorias para encender la luz; de las paredes de la cocina hechas de barro cocido.   Entonces nos mudamos y nos descubrimos estafados: nada más llegar, la primera noche que debíamos pasar en la casa, vino a visitarnos un vecino viejo que se presentó como don Jorge, al que invitamos a entrar y una vez que se ubicó en mí asiento de ver el

El nuevo ralentizador

Cada noche me robo horas de sueño y experimento. Durante el día tengo que trabajar en el laboratorio en estupideces como cultivar hongos para ver si la empresa encuentra la cura para el hipo o bañar cerdos para ver como reaccionan a los nuevos jabones. Aunque tampoco la paso tan mal. Hay veces en las que me toca llevar algún papel al cuarto piso. Allí funciona el departamento de farmacología, lleno de mujeres hermosas. Incluso hay una que me gusta y me parece que últimamente me mira mucho e insinúa cosas con sus ojos, creo. Pero de noche es distinto. Si bien no hay chicas hermosas con olor a remedio, puedo experimentar en mi casa, por mi cuenta, y sin las ataduras que impone la relación de dependencia con IR&P y que provoca que todos me traten como si fuera el che pibe. La noche de mi historia, llevaba ya dos horas de pruebas con el preparado que más se acercaba a los números que había esbozado en mi cuaderno. Para calmar mis nervios me preparé un tesito y luego reflexioné  l