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Mostrando entradas de junio, 2009

Ramos Mejía

La estación de Ramos Mejía me da un sentimiento terrible de aversión. Allí, hace muchos años, mi primera novia me abrazó por última vez. y después de poner cara de que yo le daba lástima, después de avisarme que ya me lo había advertido más de cien veces, que la dejase en paz o iba a cometer una locura, que no quería saber más nada de mí porque yo era un idiota inmaduro, se arrojó de lleno bajo las ruedas del tren que entraba en la estación. No murió. Sobrevivió, perdiendo sus dos piernas. Paradojas del amor, su fallido suicidio me alegró, porque pensé que ahora que había quedado lisiada iba a necesitar de mí, que volvería acuciada por la necesidad. Pero eso no sucedió, y ella se enamoró de su médico y se olvidó de mí. Y el tiempo pasó y me borró el dolor por su rechazo, me borró sus facciones, pero nunca pudo sacarme el miedo que sentí en Ramos Mejía, parado impotente al borde del andén, mientras mi amor era triturado por la formación.